No solo es un descubrimiento interesante sino que además tiene una historia genial. El científico Luis Miguel Apátiga, de la UNAM, iba de camino al laboratorio y decidió comprar en la tienda una botella de Tequila blanco (Orendain), pero no para bebérsela sino para estudiarla en el laboratorio de Física Aplicada. Resulta que la composición del tequila y su proporción de agua y alcohol (etanol) son ideales para la producción de diamantes de gran pureza.
El experimento en términos coloquiales consiste en vaporizar el tequila blanco para después permitir que se deposite en una lámina de sílice (figura de arriba) o en una lámina de acero inoxidable (figura de abajo) a 850 grados Celsius. Con este proceso se logró obtener láminas con pequeños diamantes esféricos con un diámetro de entre 100 y 400 nm. Los diamantes son de una gran pureza, misma que fue evaluada por microscopía electrónica de barrido y por espectroscopia de Raman.
Aunque pareciera que no tiene mucho sentido producir diamantes tan pequeños (al menos para la joyería), estás láminas con diamantes son ideales para la fabricación de herramientas cortadoras o maquinaría industrial (como esas gigantescas excavadoras utilizadas para construir túneles subterráneos). En otras palabras, el tequila podría servir para algo más que emborracharse y podría abrir paso a una nueva técnica de fabricación de instrumental especializado (y reduciendo así el costo de dichas herramientas).
Fuente: Artículo titulado: "Growth of Diamond Films from Tequila" de los autores: J. Morales, L. M. Apátiga y V. M. Castaño. Estudio realizado en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Universidad Autónoma de Nuevo León y en el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada de la Universidad Nacional Autónoma de México, campus Juriquilla, Querétaro.
Viva México y el Tequila!
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